En la actualidad vivimos una crisis económica temporal pero estamos inmersos en una crisis educativa permanente. Por este motivo, el “virus” que intoxica y se extiende en el mundo educativo es el pesimismo. Todos los que de una forma u otra formamos parte de la comunidad educativa (padres, madres, docentes, etc.) mostramos una cierta actitud “derrotista”. Nos da la sensación de que hagamos lo que hagamos todo lo hacemos mal, lo que nos produce un sentimiento de incapacidad que nos detiene e impide pasar a la acción para cambiar y mejorar las cosas. El mensaje que quiero transmitirte, querido lector, es el contrario a esta actitud derrotista que acabo de mencionar. Como afirmaba Steve Jobs “no escuches a las personas que te dicen que no se puede hacer”. Ésta es una gran verdad que encierra la clave de lo que quiero transmitirte. Personalmente considero que aquel que dice que no se puede hacer es el que no hace nada. Necesitamos una escuela en la que padres y docentes pasemos a la acción de manera urgente y emprendamos proyectos que ayuden a mejorar la educación. Todos podemos hacerlo y todos podemos aportar algo. Todos podemos liderar este cambio educativo. Por este motivo, debemos hacer oídos sordos a los pesimistas, a los que intoxican el ambiente y no nos dejan avanzar al resto.
Estoy harto de escuchar que la mayoría de docentes y familias no se implican en la educación: eso es una falacia. Lo que ocurre es que los seres humanos nos movilizamos cuando alguien es capaz de movilizar nuestras emociones. Y ese es precisamente el trabajo que tenemos que desarrollar: movilizar a la gente y mostrarles que es posible cambiar muchas cosas, que está en nuestras propias manos. Nadie va a venir a hacerlo por nosotros. Tenemos que ser parte de la solución y no del problema.
Como afirma R. Sharma “el mundo lo ha construido gente que se sentía descontenta de cómo eran las cosas y sabía que podía hacerlas mejor”. Steve Jobs era una de esas personas que no estaba nada satisfecho de cómo eran las cosas y consiguió mejorarlas en muchos aspectos. Llegó a afirmar “quiero cambiar el mundo”. Una aseveración megalómana que le ayudaba e impulsaba a buscar lo mejor y a producir cambios desde el convencimiento de que podía hacerlo. Desde aquí te animo, estimado lector, a que autoafirmes lo siguiente “quiero cambiar el mundo educativo”. Si somos capaces de conseguir que la gran mayoría llegué a afirmar esto, podemos alcanzar una auténtica revolución educativa necesaria para salir de la situación que estamos viviendo.
Esta es una tarea compleja y que requiere de dos ingredientes fundamentales: mucho tiempo y muchísima paciencia pues los cambios en educación se producen de manera muy lenta, “a fuego lento”. Aquí no nos sirve una “receta de microondas”. Lo que está claro es que lo conseguiremos si somos capaces de escuchar únicamente a aquellos que nos dicen “que sí se puede hacer” es decir, a los optimistas educativos.
Pongámonos en marcha, pasemos a la acción.
“…lo único que no puedes hacer es ingnorarlos porque son los que empujaron a la humanidad hacia delante.Y, mientras que algunos pueden verlos como unos locos, nosotros los vemos como genios porque la gente que está tan loca como para pensar que puede cambiar el mundo son los que lo hacen”.
Think Different
Óscar González Fundador y director general de la Alianza Educativa
Óscar:
ResponderEliminarMuy buen post. Eres como el sembrador, que cada invierno, la estación más árida, esparce sus semillas sabiendo que vendrán heladas, vientos y tormentas. Pero, al final de la primavera recogerá a manos llenas el fruto del trabajo. El sembrador es optimista por naturaleza